lunes, 17 de marzo de 2014

Prólogo

Gis me dejó tirada en el centro comercial. Se suponía que habíamos quedado a las seis delante de la gran pirámide que caracterizaba el lugar. Ya eran las siete pasadas y no contestaba a mis llamadas. Había recorrido algunas tiendas de ropa, sin comprar absolutamente nada, bajo la mirada molesta de los dependientes. Decidí llamar una última vez a su teléfono, pero nada. Caminé en dirección a la parada subterránea del metro mas cercana. Pase todos los puestos de comestibles y me senté en un banco a esperar a que el metro llegara. Una brisa helada recorrió todo mi cuerpo, haciendo que me estremeciera. Levanté la vista de mi móvil y miré a mi alrededor. Nadie, supuse que por eso hacía frío. Mi respiración se aceleró al sentir una respiración en mi nuca. Me levanté del incómodo banco de madera y mire tras de mi sin aliento. La pared. Lo único que había era una estúpida pared con un anuncio de una nueva tienda de ropa. Suspiré, aun un poco agitada y comencé a caminar hacia una maquina dispensadora de bebidas. Lo único que oía eran mis pisadas haciendo eco sobre las paredes del extenso túnel iluminado únicamente con algunas luces que colgaban de la pared. Mire la hora en mi móvil, las siete y media. Miré de nuevo a mi alrededor, nadie. Era raro, esa hora era el promedio en el cual la mayoría de la gente solía subirse en el metro para volver a casa, hice un trabajo sobre el tema para la clase de sociología, un coñazo. Metí varias monedas por la ranura de la máquina y elegí un agua mineral. Escuche el suave ruido metálico de las monedas contra algún tipo de metal y después el ruido del plástico de la botella caer por el dispensador. Me agaché para recogerla y me quedé congelada al sentir unas grandes y frías manos en mi cintura. Mi corazón dejó de latir durante algunos segundos. Me enderecé y me di la vuelta. Nadie, la presión en mi cintura había desaparecido. Observé la estación, vacía. Me estaba volviendo paranoica sin ningún motivo. Me senté en un banco cercano un poco incómoda. Esperé paciente hasta que escuché las vías rechinar y el suelo temblar. Me asusté, y me puse de pie, mirando a todas partes. El metro paró frente a mi. Di un paso hacia él, esperando a que la gente saliera del transporte. Di un paso más pero sentí a alguien tras de mi. "No subas" una voz masculina, sensual y firme. Mi corazón comenzó a ir más rápido. Me gire, pero tras de mi no había nadie. Mordí mi labio asustada, realmente me estaba volviendo loca. Me volví hacia el metro y dentro de él pude diferenciar a un hombre que me sonreía cínicamente y un grupo de adolescentes vestidas con uniformes escolares. Di un paso hacia atrás y el metro desapareció por el túnel. Mi pecho subía y bajaba, asustado al recordar la mirada de ese hombre recorriendo mi cuerpo, aquella voz que me había prohibido subir al metro y su respiración escalifriantemente fría en mi nuca.

Yo!

Hola!!
Mi nombre es Laura, pero prefiero que me llamen Lau.
Me encanta leer y escribir mis propias historias.
Hice este blog porque me encantaría publicar una de mis tantas historias :)